30 Nov Cómo vivimos la 63 conferencia anual de ATA
En esta entrada te vamos a contar de una forma muy personal cómo vivimos la última conferencia anual de ATA celebrada en Los Ángeles.
La conferencia anual de ATA es el sitio donde todo traductor o intérprete debe acudir, al menos, una vez en la vida.
Y no solamente porque es la mayor reunión de traductores e intérpretes del planeta.
Por eso y por todo lo que te contaremos a continuación.
Esta será una entrada muy personal en la que te contaremos nuestras vivencias.
Si quieres un resumen más informativo y completo de la conferencia te sugerimos esta entrada del blog de Paula Plazas (aquí).
Motivos para asistir
La ATA Annual Conference es el mejor congreso de traducción que conocemos. Lo tuvimos claro desde que fuimos a nuestra primera conferencia anual celebrada en Nueva York en el año 2009. Por eso siempre la recomendamos.
No es un evento organizado por una institución pública o privada que puede moverse por intereses particulares, sino por una asociación de traductores e intérpretes cuyo único objetivo es servir de punto de encuentro a quienes trabajamos en esta industria.
Tampoco es un aburrido congreso académico donde los investigadores van a hablar de “su libro”. Es mucho más.
La convoca y organiza cada año en octubre la American Translators Association (ATA) y en ella vas a encontrar la mayor reunión de traductores e intérpretes que hayas visto nunca. Este año fuimos unas 1.100 personas, pero hemos llegado a ser más de 2.000.
Existen otras asociaciones de traductores en el mundo que también organizan congresos estupendos, pero una reunión tan concurrida y variada como esta no es fácil de encontrar.
El ambiente de la conferencia
La conferencia anual de este año se celebró en la ciudad de Los Ángeles (California) del 12 al 15 de octubre. Los Ángeles es una ciudad magnífica con muy buenas comunicaciones y donde siempre hace buen tiempo.
Pero está lejos, sí. Sobre todo, si vuelas desde España. Fue un viaje muy largo y cansado que, además, nos pilló medio constipados. Suerte que se nos pasó pronto.
Por si eso fuera poco, decidimos ir con nuestros dos hijos para hacer todos juntos el primer viaje familiar a los Estados Unidos. Ellos cambiaron una semana de clase por visitar Los Ángeles y Disneyland, así que, puedes imaginar que no fueron llorando.
El hotel era estupendo, un poco antiguo, pero muy cómodo y con un montón de servicios. El único “pero” que se le podría poner es que no estaba situado en la mejor zona de la ciudad. Nos hubiera gustado estar más cerca de la playa o en algún sitio más turístico.
La organización fue impecable. En ATA lo hacen todo muy bien para que te sientas cómodo y saques el máximo partido a la conferencia.
Desde que llegas al hotel y te acreditas empiezas a encontrar colegas en el lobby y en los pasillos con la misma acreditación. Las conversaciones surgen con facilidad de forma espontánea.
El comité organizador de esta edición lo formaban la actual presidenta, Veronika Demichelis, a quien conocimos en la recepción de bienvenida, y la anterior presidenta, Madalena S Zampaulo, junto a un buen número de voluntarios de la asociación.
Organizar una reunión así es un trabajo titánico y tenemos que decir que salió todo de maravilla. Nos podemos imaginar todo lo que tuvieron que trabajar los organizadores para que estuviera todo perfecto. No queremos dejar de dar las gracias a una persona: Adrian L Aleckna, quien cuidó estupendamente de todos los ponentes y nos hizo la vida mucho más fácil.
Colegas y amigos
Todo en la conferencia está pensado para que resulte fácil conocer gente, incluso si eres tímido y vas solo, lo que ocurre con cierta frecuencia. Los organizadores lo saben y por eso el networking es una parte que se cuida mucho (y está organizado).
Una de las primeras cosas que hicimos (después de visitar la piscina con los niños) fue acudir a la recepción de bienvenida (Welcome Celebration). Mientras nuestros hijos se quedaban en la habitación jugando con sus tabletas, nosotros decidimos bajar a la fiesta. Se celebró en una terraza junto a la piscina donde habíamos estado hacía un rato y donde las vistas del downtown angelino eran espectaculares.
Tardamos un poquito en encontrar a los primeros conocidos entre tanta gente, pero una vez que empezamos, fue un no parar de saludar y hacernos fotos con colegas y amigos. Hacía mucho tiempo que no veíamos a algunos de ellos y a otros los pudimos ver en persona por primera vez, como a nuestras queridas Nora o Judy.
También tuvimos la suerte de ver y abrazar por vez primera a unos cuantos miembros del Club de los Grandes Traductores, como Katja, Marco, Mercedes, Ricardo y Erika, lo que fue el highlight de la noche.
Cenas, desayunos, comidas y copas
Una de las mejores cosas que tienen las conferencias es que tienes muchas oportunidades de conocer a personas interesantes, sobre todo si te alojas en el propio hotel donde se celebran, algo más que recomendable.
Los desayunos, las comidas, las cenas o las cervezas en la cafetería del lobby son una magnífica oportunidad para conocer gente. Resulta bastante sencillo acercarte a tus colegas y entablar conversación, pues el ambiente es muy abierto y acogedor.
No sabemos por qué será, pero a los que hablamos español se nos detecta pronto y las mesas enseguida se amplían para dar entrada a todo el que llega.
Tuvimos la suerte de participar en varias cenas, almuerzos y desayunos, dentro y fuera del hotel, que nos hicieron disfrutar de la compañía de colegas que ya conocíamos y conectar con otros muchos a los que no, como Analia Bogdan, Paula Arturo, Tony Rosado, Nora Díaz y César, las hermanas Judy y Dagmar Jenner, Corinne McKay, Tom West, Andy Benzo, Aída Carrazco y familia, Edna Santizo y nuestro querido amigo Pablo Mugüerza, junto a otros muchos más a los que pedimos disculpas por no citar personalmente.
Las diferentes divisiones de la ATA también organizan cenas o comidas de networking. Nosotros fuimos a la comida de la Law Division, magníficamente organizada por su presidenta, Liz Herron-Sweet, que nos encantó, porque pudimos charlar de nuestras “cosas” de traducción jurídica y compartir mantel con dos miembros del Club.
Al día siguiente acudimos a la cena de la Spanish Division, uno de los acontecimientos más divertidos del congreso que organizaron a las mil maravillas Edna Santizo y Gabriela Escarrá. Si alguna vez sigues nuestro consejo y vas a la conferencia anual no debes perderte esta cena por nada del mundo.
Nuestra presentación
Puede que ahora pienses que solo fuimos allí a cenar y divertirnos con nuestros colegas de profesión. No. También tuvimos oportunidad de visitar Disneyland, Universal Studios, Santa Monica y la Villa Getty en Malibú.
Ciertamente, el networking y la diversión fueron una parte importante de la conferencia, pero también fuimos a aprender y a impartir una ponencia. Asistimos a cuatro charlas muy interesantes y el viernes 14 por la tarde impartimos la nuestra titulada “Tecnicismos, jerga jurídica y esas frasecitas que nos vuelven locos a los traductores jurídicos”.
En una próxima entrada haremos un resumen del contenido, por si te interesa, pero hoy queríamos centrarnos en la parte personal de la conferencia para contarte cómo se vive un congreso así desde dentro.
Y, hablando de eso, debemos confesarte que estábamos bastante nerviosos por ver cómo nos saldría la presentación. Conocíamos muy bien la materia, la habíamos ensayado, pero eso no bastó para estar tranquilos.
Asistieron unas 50 o 60 personas, lo cual es un gran número teniendo en cuenta que se imparten unas diez charlas simultáneas cada hora y, por suerte, todo salió bien. Aunque, solo los asistentes podrán decir si aprendieron algo nuevo.
Viajar con niños
Cuando nos planteamos acudir a ATA’63 en Los Ángeles sabíamos que sería un viaje en familia, pues no queríamos dejar solos a nuestros hijos durante toda una semana. También era una buena oportunidad para visitar con ellos los Estados Unidos, un país que adoramos. Sin embargo, teníamos algunas reservas sobre el viaje. Era la primera vez que hacíamos uno tan largo y los niños tendrían que pasar tiempo con personas desconocidas.
Nuestra mayor duda era si lo pasarían bien o se aburrirían mucho rodeados de tantos traductores. Todavía son pequeños, pues Nicolás tiene trece años y Sofía, la pequeña, solo ocho. Al final, disfrutaron mucho del viaje.
Debemos reconocer, además, que se portaron como dos campeones y no protestaron (demasiado) para todo lo que tuvieron que aguantar. Tuvieron sus momentos de diversión, claro, pues hicimos un poco de turismo con ellos, pero también nos acompañaron a la mayoría de los almuerzos y cenas a los que acudimos.
El día de nuestra presentación se divirtieron más que nosotros, eso seguro, pues pasaron todo el día con dos de nuestros mejores amigos americanos, Jay y Martina, que vinieron a vernos desde San Francisco y San Louis. A Jay ya le conocían, pues nos habíamos visto hacía solo unos meses en Lisboa. Los dos fueron unos grandísimos anfitriones, pues los llevaron a todos los sitios divertidos de la ciudad que les quedaban por conocer.
Conclusión
Lo decimos siempre, hay que acudir a la conferencia anual de ATA al menos una vez en la vida. Es una gran inversión de tiempo y dinero, por supuesto, sobre todo si viajas desde otro continente o con toda la familia, como nosotros, pero merece mucho la pena.
Algunas personas nos hacen caso y siguen nuestro consejo, como Roselia Moncada, a quien tuvimos la oportunidad de conocer en la cena de la SPD y a quien entrevistamos hace unos días. Estuvo varios años ahorrando y finalmente consiguió acudir a la conferencia de este año desde su Guatemala natal. Nos cuenta su historia en este vídeo.
Nos ha salido una entrada un poco larga, pero teníamos muchas cosas que contar. Esperamos que te haya servido.
Si quieres saber más sobre el Club de los Grandes Traductores y cómo puedes entrar en él, haz clic aquí abajo.
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